En las últimas horas, la familia de Roberto Sabo, el kiosquero que fue asesinado en Ramos Mejía, reabrió el local que se encuentra situado en Avenida de Mayo al 800 aunque reconocieron que, en el corto plazo, planean vender el fondo de comercio y cerrar para siempre.
“Hay que comer, hay que hacer plata, solo por eso volvimos a abrir”, afirmó Nicolás, uno de los hijos de la víctima, al tiempo que sumó: “Vine con Patri, la mujer de mi viejo, y con mis abuelos. Nos encontramos acá y abrimos los cuatro juntos en nombre de mi papá”.
Y continuó: “La idea es abrir de lunes a sábados de 10 a 19:30 para aprovechar el horario que más gente hay en la calle y que es menos peligroso”.
El crimen del kiosquero
“Mi familia no está cómoda con la situación y no van a estar tranquilos nunca mientras estemos abiertos porque lo que pasó puede pasar de nuevo. Es un parche mientras terminamos de estudiar o encontrar otra cosa. La idea es no seguir y vender el fondo de comercio. Es un lugar en el que se labura bien pero ¿A qué costo?”, finalizó.
El hecho ocurrió alrededor de las 14 del domingo 7 de noviembre cuando Sabo fue asaltado y asesinado de, al menos, cuatro balazos en el interior de su kiosco. Un testigo fue quien alertó a la Policía cuando el asesino salió del local y se fugó con su cómplice en un Ford Focus color negro, que había sido robado minutos antes a mano armada a un remisero que se encontraba por la zona.
Los voceros detallaron que, en medio de la huida, los dos delincuentes que iban en el auto chocaron contra un árbol en el cruce de las calles Saavedra y Alvear, tras lo cual ingresaron a un supermercado con la intención de simular unas compras y cambiarse la vestimenta para no ser reconocidos.
De allí, ambos huyeron en una moto robada a un repartidor, aunque fueron alcanzados por los efectivos de la Comisaría Distrital Oeste Segunda de Ramos Mejía en Avenida de Mayo y Rivadavia.
En poder de los sospechosos se hallaron cinco teléfonos celulares, dinero en efectivo, un revólver calibre 22 con cuatro vainas intactas y una servida y una pistola 765 semiautomática.
Suárez quedó acusado en la causa, mientras que la adolescente que lo acompañaba fue puesta a disposición de la Justicia de menores, que deberá declararla inimputable porque tiene 15 años.
Fuente: El1Digital