Desde los primeros días de enero, el Municipio se plegó a las medidas adoptadas por los gobiernos nacional y provincial e implementó restricciones a la actividad nocturna. Así, hasta el 31 de enero, se suspendió toda actividad comercial, artística, deportiva, cultural, social y recreativa, de una a seis de la mañana, ante el crecimiento de contagios de coronavirus en los últimos días.
Y una de las actividades más afectadas es la gastronómica. Por eso, El1 Digital dialogó con Rogelio Rugilo, propietario de un bar ubicado en la localidad de Ramos Mejía, que aseguró que “las restricciones afectan al sector”, aunque “es un alivio comparado a lo que se decía, previamente, de cerrar a las 23 porque, en ese caso, sería no trabajar nada”.
“El cierre a la una nos limita, pero da un poco más de aire. La limitación es, sobre todo, los sábados porque implica que, a las 12 o 12.30, ya no podemos recibir gente y, prácticamente, hay que echar a los clientes, lo que es una locura teniendo en cuenta lo que falta el trabajo”, indicó, y añadió que “al menos, algo se trabaja”.
Además, afirmó que “es una lástima que haya restricciones porque el problema no está en nuestros comercios, que están controlados, sino en todos los lugares que no se controlan como se debería, como las plazas y las fiestas clandestinas”.
En esa línea, Salvador Avanzatto, dueño de un bar situado en San Justo, expresó: “A veces, sentimos que la culpa del virus pasa solamente por los bares y aquellos que trabajamos de noche, que siempre somos los perjudicados”. “Empleo a más de 30 personas y no tuvimos ningún infectado”, remarcó.
“Los comerciantes entendieron”
Consultado por este medio sobre la implementación de las restricciones, el jefe de Gabinete de asesores de la Subsecretaría de Planificación Operativa y Control Comunal, Daniel Feity, sostuvo que “el cuadro de actividades es exactamente el mismo”, aunque “la única modificación es que los comercios gastronómicos tienen que cerrar un rato antes”.
Sobre la aceptación de las nuevas disposiciones, Feity aseguró que “los comerciantes entendieron y todos están de acuerdo con acatar estos horarios”. “Los gastronómicos de Gregorio de Laferrere, González Catán, Tapiales o Ramos Mejía se informaron, lo único que deseamos es que todos podamos trabajar cuidando y priorizando la salud”, destacó.
El temor a un nuevo cierre
Con respecto a la posibilidad de un nuevo aislamiento social estricto ante un crecimiento de contagios aun mayor, como el del año pasado, que, en algunos casos, duró más de siete meses, Rugilo fue tajante: “Si llega a haber un nuevo cierre, sería definitivo y devastador para el sector. No se podría aguantar”.
“No estamos preparados para otro corte, aunque sea, de menor horario”, consideró Avanzatto y concluyó: “Todavía no nos recuperamos de los ocho meses de cuarentena y cualquier tipo de cambio que sea hacia atrás nos va a complicar un montón”.
Fuente: El1Digital